17.5.11

me gusta caminar... me gusta acostarme al sol en días de frío. me gustan algunos arboles, me gustan las nubes. me gusta la sopa de cabellos de ángel, me gusta el mate amargo. me gustan las sonrisas, me gusta la gente tranquila. me gustan mis auriculares. me gusta que me cuestionen cosas en las que no había pensado, me gusta cuando me dan ganas de leer. me gustan las cosas limpias y ordenadas. me gusta lo prolijo.
me gusta bañarme y usar tres toallas, me gusta sentir que me sobra el tiempo. me gustan los vestidos, me gusta la lluvia cuando la veo desde mi casa. me gustan algunos abrazos y me gusta internet. 
me gusta la música, me gusta el café. me gusta estar en confianza, me gusta cuando me gusto,  me gusta tener las uñas prolijas. me gusta la armonía (mi armonía), me gustan algunos tatuajes. me gusta nadar... me gusta cantar. 
me gustan los sábados a la noche y me gusta salir con mi novio. 
me gustan mis amigas, me gusta que haya mucha gente que no conozca. me gustan las montañas rusas. me gustan mis pantuflas de ositos, me gusta tener muchas agendas con distintos fines. 
me gusta que mi celular perfectamente cargado, me gusta oasis, me gusta subirme en el primer asiento de los colectivos en la parte de arriba.
me gusta el olor a desodorante de hombre, me gusta escuchar música muy fuerte, me gusta cuando no me hablan de mañana. me gusta despertarme con un mensaje por teléfono, me gustan los sahumerios...

El libro de los abrazos :)

A la casa de las palabras, soñó Helena Villagra, acudían los poetas. Las palabras, guardadas en viejos frascos de cristal, esperaban a los poetas y se les ofrecían, locas de ganas de ser elegidas: ellas rogaban a los poetas que las miraran, que las olieran, que las tocaran, que las lamieran. Los poetas abrían los frascos, probaban palabras con el dedo y entonces se relamían o fruncían la nariz. Los poetas andaban en busca de palabras que no conocían, y también buscaban palabras que conocían y habían perdido.
En la casa de las palabras había una mesa de los colores. En las grandes fuentes se ofrecían los colores y cada poeta se servía del color que le hacía falta: amarillo limón o amarillo sol, azul de mar o de humo, rojo lacre, rojo sangre, rojo vino ...

15.5.11

JP

Me pedís ternura... no la tengo para nadie más que para vos hermoso. 
Estoy con vos para cuidarte asi como me cuidas vos también, para ayudarte en momentos como este, para intentar hacerte un poquito más feliz todavía... y se que lo hago.
Es que no tengo dudas de que tantos besos, palabras y abrazos te hagan bien. ¿Quien no sonrie con tantas cosas lindas? ¿A quien no le gusta saber que otra persona desvela por endulzarle los días?
Tu risa le cambio el sabor a mis días lindo, y no alcanzan las palabras para agradecer eso.