26.4.11

El mayor de los fracasos es el miedo a fracasar...

Una de las cosas más difíciles en la vida del ser humano es aprender a equivocarse. No me refiero al hecho en sí de fallar, de cometer un error ya que eso es muy fácil, sino de equivocarse y no derrumbarse, de saber reconocer un error sin sentirse terriblemente humillado.
En algún momento nos hemos cruzado con personas “raras” que por culpa de una especie de terror a hacer las cosas mal y a quedar en ridículo, dejan de hacer cosas que en el fondo desean tanto... simplemente por no querer arriesgarse y entrar en el “juego” antes de haber dominado bien las reglas. 
Podemos llamarlas como querramos pero en realidad, personas así tienen mucho de ”perfeccionistas”, tienen cualidades y pensamientos muy positivos como por ejemplo la creencia en que todo trabajo debe estar religiosamente bien hecho, el procurar terminar bien las cosas y si fuera en el menor tiempo mejor, cuidar los detalles en cada uno de sus movimientos, etc. Todo esto puede ser magnífico, excelente, pero recordemos que no existe “la perfección”, siempre hay algo que falla.
En ese constante anhelo de querer alcanzarla, es donde aparece la falla. Quienes desean ser perfectos, generalmente viven tensos, su minuciosidad les hace ser lentos, y con frecuencia son demasiado exigentes con quienes no son tan perfeccionistas como ellos, catalogándolos muchas veces de inferiores. Al no sentirse cómodos con el mundo que le rodea, y sentirse superiores, prefieren aislarse o simplemente la sociedad misma los rechaza.
Es importante saber que los fracasos son algo connatural al hombre, le siguen como la sombra al cuerpo. No existe persona en el mundo que no se haya equivocado alguna vez. Debemos aprender a darnos cuenta de que no es una tragedia equivocarse, puesto que la calidad y superación de toda persona no está en no fallar, sino en saber reponerse de sus errores y simplemente, seguir adelante.
Por eso, cuando los perfeccionistas se derrumban al comprobar que no son perfectos, demuestran con ello ser personas que cuentan poco con la realidad. Pienso que a veces los padres son los principales culpables, criando a sus hijos con la idea y convicción de que nunca deben jalar un curso o por ridículo que suene, se les enseña a nunca romper un plato, cuando más bien deberían educarlo en ser un buen estudiante y sobretodo, tener la fuerza para afrontar cada error, siendo capaz de volver a estudiar con ímpetu o de recoger los pedazos del plato roto.
Da pena ver a personas inteligentes venirse abajo y abandonar una carrera al recibir su primer jalado; a chicos o chicas jóvenes que fracasan en su primer noviazgo y maldicen contra toda la humanidad; a otros que no pueden soportar una pequeña traición o un mal momento con los amigos... sea lo que sea, es necesario decirles, aunque les duela, que el mayor de los fracasos es dejar de hacer las cosas por miedo a fracasar.